jueves, 3 de julio de 2008

Infierno

Cuando desperté inmediatamente sentí el metálico aroma de la sangre muerta. En ese momento no sabía si estaba vivo o muerto, fue hasta que trate de mover la arte inferior de mi cuerpo cuando descubrí que debía estar muerto. Todo lo que había era un espectáculo anatómicamente obsceno y supe inmediatamente que no estaba bien, de hecho, distaba mucho de estar bien o mal, simplemente no estaba. Había un revoltijo de tubos, sangre, huesos, piel y vidrio. Mi cuerpo parecía una piñata reventada cuyo premio había sido una jarra llena de jamón.Ahora que lo pienso, no debí impresionarme tanto, después de todo, mi carro había sido partido a la mitad por un tren. Lo cómico fue que yo no iba conduciendo, yo iba en el asiento trasero del auto. Lógicamente a mi primo, que iba manejando, le fue peor; logro sobrevivir pero nunca volvió a caminar ni ver.Lo que importa es que yo estaba muerto y lo sabia claramente. Al intentar ponerme de pie, lo logre, al tratar de caminar, caminé. Pero al tratar de vivir, fue cuando las cosas se pusieron frías.Desde ese momento, al tratar de vivir, de sentir, todo pasó a la velocidad de la luz. Parecía que mil cometas se estrellaron contra mi cara. Todo blanco, todo limpio, todo fugaz. Y justo cuando empezaba a creer que estaba entrando al paraíso, a la dicha eterna, ¡PUM!, una pedrada en la cabeza. Vi claramente como dos tipos con batas y guantes me miraban, pero no me sentían.

Parece un muñeco a medio moler; Si, parece carne molida, ja ja, decian los individuos.

Si, ja ja ja que chistoso idiota, ¡estoy vivo!, ¡te oigo estúpido!¿Estaba realmente vivo?, ¿lo oía en realidad? No y si. Si lo oía pero ellos no me oían, no me sentían, solo me sacaban de los restos retorcidos del auto, me metían en una bolsa negra y me mandaban a la morgue.En cuanto llegue a la morgue me cambiaron de bolsa y logre ver un poco, ahí todo era frió y distante, oscuro pero a la vez brillante (gracias a largos tubos de neón), era un lugar donde solo las almas se sienten cómodas. Después de eso me envolvieron en la oscuridad plástica hasta que llegaran a reconocer mi deshecho cuerpo.Después de asimilar mi propia muerte trate de recordar con exactitud como había muerto, pero algo me lo impidió; alguien llegó a reconocer mi cadáver. Como yo no podía ver (estaba dentro de la bolsa) solo escuche pasos, pasos de dos personas que venían hacia mi, eran el forense y mi hermana, los podía sentir. Podía sentir la tristeza y sorpresa de mi hermana, sentía el aburrimiento del forense. Entonces, después de 13 horas, pude ver esa luz sintética y la destrozada cara de mi hermana que en sollozos logro decir, “es el”. Desde ese momento estaba oficialmente muerto.

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